Parroquia

Nuestra Señora de los Ángeles

Serra, Valencia

A todo puedo hacerle frente pues Cristo es quien me sostiene.
San Pablo (Fil 4, 13)

Homilías

< Volver

Solemnidad de San José, esposo de la Virgen María

El recuerdo y la celebración de las fiestas de los santos son siempre para nosotros un motivo de gozo y un estímulo. Porque ellos supieron ser fieles a la llamada de Dios. Y todos nosotros estamos también invitados y llamados por Dios a la santidad, a vivir con fidelidad nuestra vida.

En el interior de este tiempo cuaresmal, celebramos hoy la fiesta de san José. Es muy poco lo que los evangelios nos dicen de él. Su vida no sobresale ni destaca por su espectacularidad, sino por su fidelidad.

José puede ser para nosotros un ejemplo. Podemos descubrir en su vida unas actitudes profundas que deberían ser también nuestras actitudes.

Un hombre capaz de acoger a Dios.

En primer lugar, José es un hombre abierto al misterio de Dios, que acoge su llamada con espíritu de disponibilidad.

Cuando Dios se manifiesta, siempre trastorna nuestra vida, siempre nos sorprende. Cuando Dios se hace presente en la vida de los hombres, lo que cuenta, lo que es decisivo no son nuestros preparativos, nuestros proyectos, sino la acogida que damos a su llamada. Cuando Dios se manifiesta, "todo es gracia" y por lo tanto, todo depende de la fe.

Esta fue la actitud de José. El supo acoger el misterio de Dios que irrumpía en su vida. Confió en la Palabra de Dios.

Confió en ella "contra toda esperanza", aceptando el riesgo que siempre supone la fe, sin verlo todo claro de una vez para siempre, asumiendo con coraje las dificultades y las oscuridades del camino que emprendía. Su confianza, su disponibilidad, su actitud de dejarse guiar por El lo convierte para nosotros en un modelo, un punto de referencia.

Ante Jesús, los hombres demasiado llenos de sí mismos, demasiado confiados en sus posturas, en sus tradiciones, en su religiosidad, se volvieron de espaldas. Por el contrario, los hombres que tenían un corazón sencillo, abierto, disponible, un corazón capaz de sorpresa y de esperanza lo acogieron. José era uno de esos hombres.

Una respuesta fiel y generosa a la llamada de Dios.

El evangelio nos dice brevemente que José hizo lo que el ángel del Señor le había mandado. Su fe se transforma y se traduce en fidelidad. Ha acogido con confianza la llamada de Dios y empieza a seguir con generosidad los caminos que Dios le señala.

Acepta la misión que Dios le da y la cumple sin ruido. No se pierde en discursos. Habla el lenguaje que mejor conoce, el que en definitiva importa: el lenguaje de los hechos. Su santidad radica precisamente en esta vida anónima y entregada, de trabajo y preocupación por la familia, vivida como una respuesta fiel y generosa a la llamada de Dios.

Como el, también nosotros somos llamados.

Todos y cada uno de nosotros somos también llamados por Dios.

Tenemos cada uno un lugar y una misión irremplazables en el plan de Dios. Debemos tener un espíritu atento para saber descubrir en nuestro trabajo y en nuestra familia, en nuestros ambientes y en nuestra comunidad las llamadas que Dios nos dirige a asumir, nuestra responsabilidad y nuestros compromisos.

Debemos tener también un corazón generoso que nos haga avanzar con decisión para hacer de nuestra vida una respuesta fiel y generosa a la llamada de Dios.

Que San José nos bendiga con su Hijo. Pidámosle que nos enseñe a orar, que nos conceda un trato cariñoso con Jesús y con el Jesús que está escondido en cada hermano.  Que San José cuide de nuestra fe y de nuestras virtudes, como cuidó de la vida de su Hijo, Jesús.

Que así sea.

  • primera lectura: Segundo libro de Samuel 7, 4-5a.12a.16

    En aquellos días, recibió Natán la siguiente palabra del Señor:

    --Ve y dile a mi siervo David: "Esto dice el Señor: Cuando tus días se hayan cumplido y te acuestes con tus padres, afirmaré después de ti la descendencia que saldrá de tus entrañas, y consolidaré el trono de su realeza. Él construirá una casa para mi nombre y yo consolidaré el trono de su realeza para siempre. Yo seré para él padre, y él será para mi hijo. Tu casa y tu reino durarán para siempre en mi presencia; tu trono permanecerá por siempre”.

    Palabra de Dios

  • salmo responsorial: Salmo 88

    R.- SU LINAJE SERÁ PERPETUO

     

    Cantaré eternamente las misericordias del Señor,

    anunciaré tu fidelidad por todas las edades.

    Porque dije: "Tu misericordia es un edificio eterno,

    más que el cielo has afianzado tu fidelidad. R.-

     

    Sellé una alianza con mi elegido,

    jurando a David, mi siervo:

    "Te fundaré un linaje perpetuo,

    edificaré tu trono para todas las edades." R.-

     

    Él me invocará: "Tú eres mi padre,

    mi Dios, mi Roca salvadora."

    Le mantendré eternamente a mi favor,

    y mi alianza con él será estable. R.-

  • segunda lectura: Carta de San Pablo a los Romanos 4,13.16-18.22

    Hermanos:

    No fue la observancia de la Ley, sino la justificación obtenida por la fe, la que obtuvo para Abrahán y su descendencia la promesa de heredar el mundo. Por eso, como todo depende de la fe, todo es gracia; así, la promesa está asegurada para toda la descendencia, no solamente para la descendencia legal, sino también para la que nace de la fe de Abrahán, que es padre de todos nosotros. Así, dice la Escritura:

    -- Te hago padre de muchos pueblos.

    Al encontrarse con el Dios que da vida a los muertos y llama a la existencia a lo que no existe, Abrahán creyó. Apoyado en la esperanza, creyó, contra toda esperanza, que llegaría a ser padre de muchas naciones, según lo que se había dicho:

    -- Así será tu descendencia.

    Por lo cual le valió la justificación.

    Palabra de Dios

  • evangelio: Mateo 1, 16.18-21.24a

    Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo. El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera: María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo, José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo:

    -- José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados.

    Cuando José se despertó, hizo lo que le había mando el ángel del Señor.

    Palabra del Señor

Parroquia de Nuestra Señora de los Ángeles. Serra, Valencia
Plaza de la iglesia 2 ·

Teléfonos: 96 168 84 21 - 652188596

Mail: j.luis2288@yahoo.es

aviso legal
desarrollado por: tresdoble
Uso de cookies
Utilizamos cookies propias y de terceros para mejorar la experiencia de navegación, y ofrecer contenidos y publicidad de interés. Al continuar con la navegación entendemos que se acepta nuestra política de cookies. Acepto